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Je ne le dévoile pas

Carta a Bush de Gabriel Garcia Marquez

29.08.2006 à 13:17

CARTA A BUSH DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ

Artículo de Gabriel García Márquez sobre el 11 de septiembre:

Cómo se siente? ¿Cómo se siente ver que el horror estalla en tu patio y

no en el living del vecino? ¿Cómo se siente el miedo apretando tu pecho,

el pánico que provocan el ruido ensordecedor, las llamas sin control, los

edificios que se derrumban, ese terrible olor que se mete hasta el fondo en

los pulmones, los ojos de los inocentes que caminan cubiertos de sangre y

polvo?

¿Cómo se vive por un día en tu propia casa la incertidumbre de lo que va

a pasar? ¿Cómo se sale del estado de shock? En estado de shock caminaban

el 6 de agosto de 1945 los sobrevivientes de Hiroshima. Nada quedaba en pie

en la ciudad luego que el artillero norteamericano del Enola Gay dejara

caer la bomba. En pocos segundos habían muerto 80.000 hombres mujeres y

niños. Otros 250.000 morirían en los años siguientes a causa de las

radiaciones. Pero ésa era una guerra lejana y ni siquiera existía la

televisión.

¿Cómo se siente hoy el horror cuando las terribles imágenes de la

televisión te dicen que lo ocurrido el fatídico 11 de septiembre no pasó en

una tierra lejana sino en tu propia patria? Otro 11 de setiembre, pero de

28 años atrás, había muerto un presidente de nombre Salvador Allende

resistiendo un golpe de Estado que tus gobernantes habían planeado.

También fueron tiempos de horror, pero eso pasaba muy lejos de tu

frontera, en una ignota republiqueta sudamericana. Las republiquetas

estaban en tu patio trasero y nunca te preocupaste mucho cuando tus

marines salían a sangre y fuego a imponer sus puntos de vista.

¿Sabías que entre 1824 y 1994 tu país llevó a cabo 73 invasiones a países

de América Latina? Las víctimas fueron Puerto Rico, México, Nicaragua,

Panamá, Haití, Colombia, Cuba, Honduras, República Dominicana, Islas

Vírgenes, El Salvador, Guatemala y Granada.

Hace casi un siglo que tus gobernantes están en guerra. Desde el comienzo

del siglo XX, casi no hubo una guerra en el mundo en que la gente de tu

Pentágono no hubiera participado. Claro, las bombas siempre explotaron

fuera de tu territorio, con excepción de Pearl Harbor cuando la aviación

japonesa bombardeó la Séptima Flota en 1941. Pero siempre el horror estuvo

lejos.

Cuando las Torres Gemelas se vinieron abajo en medio del polvo, cuando

viste las imágenes por televisión o escuchaste los gritos porque estabas

esa mañana en Manhattan, ¿pensaste por un segundo en lo que sintieron los

campesinos de Vietnam durante muchos años? En Manhattan, la gente caía

desde las alturas de los rascacielos como trágicas marionetas. En Vietnam,

la gente daba alaridos porque el napalm seguía quemando la carne por mucho

tiempo y la muerte era espantosa, tanto como las de quienes caían en un

salto desesperado al vacío. Tu aviación no dejó una fábrica en pie ni un

puente sin destruir en Yugoslavia. En Irak fueron 500.000 los muertos.

Medio millón de almas se llevó la Operación Tormenta del Desierto...

¿Cuánta gente desangrada en lugares tan exóticos y lejanos como Vietnam,

Irak, Irán, Afganistán, Libia, Angola, Somalia, Congo, Nicaragua,

República Dominicana, Camboya, Yugoslavia, Sudán, y una lista

interminable?

En todos esos lugares los proyectiles habían sido fabricados en factorías

de tu país, y eran apuntados por tus muchachos, por gente pagada por tu

Departamento de Estado, y sólo para que tu pudieras seguir gozando de la

forma de vida americana. Hace casi un siglo que tu país está en guerra con

todo el mundo. Curiosamente, tus gobernantes lanzan los jinetes del

Apocalipsis en nombre de la libertad y de la democracia. Pero debes saber

que para muchos pueblos del mundo (en este planeta donde cada día mueren

24.000 pobladores por hambre o enfermedades curables), Estados Unidos no

representa la libertad, sino un enemigo lejano y terrible que sólo siembra

guerra, hambre, miedo y destrucción. Siempre han sido conflictos bélicos

lejanos para ti, pero para quienes viven allá es una dolorosa realidad

cercana una guerra donde los edificios se desploman bajo las bombas y

donde esa gente encuentra una muerte horrible. Y las víctimas han sido, en

el 90 por ciento, civiles, mujeres, ancianos, niños efectos

colaterales).

¿Qué se siente cuando el horror golpea a tu puerta aunque sea por un sólo

día?

¿Qué se piensa cuando las víctimas en Nueva York son secretarias,

operadores de bolsa o empleados de limpieza que pagaban puntualmente sus

impuestos y nunca mataron una mosca?

¿Cómo se siente el miedo?

¿Cómo se siente, yanqui, saber que la larga guerra finalmente el 11 de

septiembre llegó a tu casa?

Gabriel García Márquez

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